En la historia dominicana, se conoce con el nombre de Guerra de la Restauración, o simplemente La Restauración, al período bélico comprendido entre el 16 de agosto de 1863 hasta la salida de las tropas españolas el 11 de julio de 1865. Se le conoció con ese nombre porque su finalidad era restaurar el Estado nacido el 27 de febrero de 1844.
Esta epopeya, en el sentido de “conjunto de hechos heroicos o gloriosos, dignos de ser cantados en poemas”, fue, en palabras del general español José de la Gándara: “La de Santo Domingo ha perdido el carácter de un movimiento revolucionario, para tomar el de una guerra de independencia nacional.”
Según Moya Pons: “La Guerra de la Restauración, que comenzó siendo una rebelión de campesinos, muy pronto se convirtió en una guerra de razas, por el temor de los dominicanos de color, que eran la mayoría, a ser convertidos nuevamente en esclavos, y de ahí pasó a ser una verdadera guerra popular que puso en movimiento todas las energís de la Nación para lograr su independencia y la restauración de la soberanía.”
Una característica importante de la Restauración es que los dominicanos, por su inferioridad en armamentos y personal, desarrollaron una guerra de guerrillas; el líder de cada región dirigía a un pequeño grupo de locales para hacer ataques sorpresivos y breves a las columnas españolas. Cuando era necesario atacar con grupos mayores de soldados, esos grupos locales se unían bajo un único comandante mientras fuera necesario pero luego cada grupo se retiraba con su líder a su región.
La guerra de guerrillas confundió totalmente a las tropas españolas que nunca encontraban al enemigo agrupado para una batalla frontal. Solamente en el Sillón de la Viudad, camino al Cibao, se puede hablar de batallas. En todos los demás casos, fueron escaramuzas dirigidas a hostigar a los españoles y provocarles bajas.